Literaturgia

Todo ser humano tiene en su interior, en su alma / un sonido bajito, su nota / que es la singularidad de su ser, su esencia / Si el sonido de sus actos / no coincide con esa nota / esa persona no puede ser feliz - SOFIA PROKOFFIEVA

viernes, 19 de febrero de 2010

Los astros livianos

Los Astros Livianos nos vigilan.


A la noche
a la tarde
a la mañana,
las piernas se agitan
por fuera del intelecto
y la Fábrica de sueños.


Los labios de la tierra
la esperanza humana
exhuman, rencorosos.


Y en las papilas
escalan las heridas
que impregna la Autoridad
como el humo más dulce.


Los astros livianos se suicidan.


Cómo cuesta reconocer
cómo duele confesar
que todo lo que tenemos
son excusas.

Cimientos Agradables


Gracias.
Gracias por leerme.
Gracias, mi terroncito de sangre,
mi surubí en cautiverio;
se agradece, esponja carnívora,
epidermis pululante.
Sos mi coloquio mordelón,
¿sabías?
mi amapola violenta, sos
mi huracán de mitades,
mi mitad de huracanes.
Sos todo para mí:
sos un hocico de palta,
bichito de seda,
mi cortina de ducha,
mi arena de arenas.
Estoy en deuda con vos,
coral apelmazado,
sortija peluda;
televisión calva, te debo todo.
Sería entendible si no fueses
mi volumen descalzo,
ni mi caricia soluble
o el soplo de un abuelo mudo.
¿Cómo retribuirte,
droga sempiterna,
colmena de reproches,
vivienda sin esclavos,
meridiano de besos?
Gracias por leerme.
Gracias.
¡Qué amable de su parte,
señora perilla,
querido manantial contento,
cachito de vacuna,
extracto de overol!
Para qué molestarse,
chimento momificado.
No se hubiese molestado.




(che, voluta de semen, gracias)




Todo el camino alrededor



Yo, poema, genero escritores
que se rompen los tabiques, incrédulos,
queriendo atravesar la muralla ahumada que nos separa.

Yo, poema, engendro aviadores
que navegan las alturas. Que buscan por buscar
la tijera áurea que nos corte la coleta.

Se me parte el alma con solo mirarlos:
estrellando los espejos a sillazos, buscando detrás algo más
que su tonto reflejo. ¿Qué más?
¡Encendiendo velas pequeñitas para ver danzar las llamas,
comiendo con la mano con el culo llorando!

Basta.

Tengo un ojo color amor.
¿No te querés morir por mí?




Panpoema

Poema
poemista,
proeza épica
de pulular y pulular
cual péndulo; de paladear con tus
poeminas,
con tus poemilas
destiladas
poemísticas
de poemologías remotas,
en pueblos poemarios
donde sólo poemizan
cuando les place:
¿mero poemismo?
Más bien poemarios de pulsión
que poemaron,
poeman y
poemarán
hasta que las plumas
los despueblen.
(no como algunos poemadores
con cuadernos desplumados
de tanto palabrear).

Antipoema que corroes la
poematicidad;
panpoema poemante.
Oliverio Girondo
te llamaría
Poemía.

¿Dónde empieza la gente dónde termina?


Bajo los laureles soporíferos de la democracia, o
dentro de las personas que son pirámides pero que
pueden ser muy otra cosa,
tu corazón tensaría las cuerdas en pos de la memoria.

Allí nosotros, la gente, nos aburrimos:
miramos la pulsera de fuego, sembramos semillas huecas
en los zapatos derechos e izquierdos.


Por las noches, puertas adentro, alguien clama por piedad.
Alguien apuñala en silencio y mira fijo.


De fondo un televisor que dice: En este país sobran los magos.


¡Destrocen!


Mastica el arcoiris con los párpados.
Afirma que la ley es un lugar vacío, un hueco,
el corazón dislocado de los hombres.
La incapacidad de los triángulos de elegir su ángulo favorito
es notable, señala. Pronto,
los semáforos irán de rojo a verde sin tibio mediante.

Se desenrolla como un papel higiénico.
No, no es tan simple.
Su segunda naturaleza, el tatuaje, lo vuelve posible.
Mira con los ojos, ojea con la mirada
surca poemas que garabatean escritores impotentes
deseosos de más manos, de más dedos y más hojas.
Qué desperdicio.

¿Cómo no defraudar?

El hombre del que les hablo hace y no para.
Más bien, el hombre del que les hablo hace para
o no hace en absoluto.


el abecé de los postmodernos tardíos (como yo)



paso mis ratos

garabateando retos

que no pasan de ser ritos
rotos desde el vamos



LICENCIA

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