Yo, poema, genero escritores
que se rompen los tabiques, incrédulos,
queriendo atravesar la muralla ahumada que nos separa.
Yo, poema, engendro aviadores
que navegan las alturas. Que buscan por buscar
la tijera áurea que nos corte la coleta.
Se me parte el alma con solo mirarlos:
estrellando los espejos a sillazos, buscando detrás algo más
que su tonto reflejo. ¿Qué más?
¡Encendiendo velas pequeñitas para ver danzar las llamas,
comiendo con la mano con el culo llorando!
Basta.
Tengo un ojo color amor.
¿No te querés morir por mí?
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