Una tarde cualquiera
trataré de perderte
entre mates y lecturas obligadas
comprendiendo que la pérdida, en esos términos,
no será más que una terca persistencia
de la ausencia.
Y no extrañaré tu cráneo telepático
ni iré a invocarte,
musaraña sabor a miel.
No me verás desafinar con las cuerdas
que me vieron ser feliz.
Trataré de perderte
como el Sol perdió la duda
y estallaré en los balcones
que me vean desistir.
No sé si me angustia o qué, pero definitivamente provoca cosas.
ResponderEliminarLas musas no se han pasado de tí, poeta. Aprovechalas.
Qué lindo que a vos te encuentro y no quiero perderte ni un poquito