Literaturgia

Todo ser humano tiene en su interior, en su alma / un sonido bajito, su nota / que es la singularidad de su ser, su esencia / Si el sonido de sus actos / no coincide con esa nota / esa persona no puede ser feliz - SOFIA PROKOFFIEVA

jueves, 21 de mayo de 2009

Ella dijo

"She said -I know what it´s like to be dead
I know what it is to be sad."
The Beatles.


Ella dijo algo, y yo la escuché. A pesar de no haberla visto nunca antes, ella conversaba conmigo como si fuésemos mejores amigos, me confiaba todo. Discutimos durante horas sobre lo antagónico, lo misceláneo.

-¿A qué le tenías miedo cuando eras chico?- preguntó, incisiva.

-Bueno...mayormente a lo que a cualquier pibe le daría miedo de chico: monstruos de leyendas y películas de terror, casi todos los insectos habidos y por haber...sí, creo que eso es todo-

-Y a la muerte, ¿no le tenías miedo?-

-No la conocía, no me la habían presentado aún- bromeé. –Es el día de hoy que no la conozco cercanamente, íntimamente, ¿sabés? No he padecido ninguna muerte cercana, ni de amigos ni de familiares, por lo que estoy bastante ajeno...¿y vos?- pregunté, queriendo incluirla en la conversación ya que sentía que estaba hablando demasiado.

-Yo, bueno... no importa demasiado-

-Pero... ¿qué pasa? Podés hablar tranquila eh, confiá-

-No, no, dejalo ahí, estábamos hablando tan lindo, casi murmurando pequeños jazmines de nuestras bocas, vos y yo...- Pareció que iba a decir algo más, pero tomó súbitamente sus labios con la mano derecha, censurándose. Era hermosa, hermosa y filosa.

-Podemos hablar de otro tema, por ahí a vos la muerte te tocó de cerca, es sólo que como vos trajiste el tema a colación...-

-Yo sé lo que es estar muerta-

La fiesta se interrumpió durante unos segundos.

- ¿Co...Cómo...?-

-Eso, ahí lo dije, yo sé lo que es estar muerta. Sé lo que se siente estar muerta- soltó, nerviosa.

La conversación se había tornado tan extraña; estábamos en una fiesta cualquiera en una terraza cualquiera, y la gente que allí estaba jamás se percataría de lo que dos personas pueden llegar a construir dialécticamente, allí mismo, con vaso de cerveza en mano, con educación de colegio público, al menos la mía. Las palabras no se agotan, viejo, qué vas a hacerle, pero cortala con los monólogos internos, la flaquita está ahí, mirándote con esos dos globos brillantes, a punto de llorar o de gritar, esperando una palmada en los hombros o un beso sorpresa.


-¡Bueno!...cualquier intento de reaccionar naturalmente a tu afirmación va a ser fallida así que me ahorro la dramaturgia y te pregunto: ¿a qué te referís, exactamente?- dije con bastante estilo. Bien pibe, bien.

-Mirá, no hay mucho más que decir. Sos muy extraño, ¿sabés? Nunca le conté a nadie sobre esto y sin embargo me dan ganas de decirte todo esto, ahora y a vos, y que me entiendas, no sé, zamarrearte un poco, así- dijo, haciendo la mímica con las manos como si me zamarrease de verdad, riéndose un poco.

-Jaja, soy zamarreable, creéme, pero no tenés porqué tener esos pensamientos. Me hacen enojar de alguna extraña manera, me sería difícil explicarlo pero decime: ¿quién te metió esas ideas en tu hermosa cabecita? Fijate las consecuencias filosóficas, es de locos: vos, en vida, afirmás saber lo que es estar muerta. Es como traspasar una barrera de existencia donde volvés posible el hecho de que un muerto sepa lo que es estar vivo, o algo similar. De alguna manera ponés esta pequeña fiestita en esta terraza patas arriba, y me hacés sentir como si nunca hubiese nacido. Y por último, una cosa es que yo no haya estado cara a cara con la muerte ni la haya sentido cercana a mi círculo pero sé bien de qué se trata y todo eso, o sea, sé lo que es la muerte -

-¿Ah, si?- dijo. Se me quedó mirando unos forzados segundos, evaluando mi labia de turno –No te creo; en realidad, vos sos el que no entendés ni un poquito lo que digo- repuso como cantando el “quiero re-truco” –Ya vengo, sabiondo; hacé de cuenta que me muero por un ratito- concluyó, desapareciendo de mi cuadro de visión, mas yo no la seguí con la mirada.


Yo sé lo que es estar muerta.


¿Qué es lo que quiso decir, a qué viene esa afirmación? Acá estaba yo siguiendo el protocolo de interesarme en lo que ella dice y de sopetón...esto.


Sé lo que se siente estar muerta.


Me dolía monstruosamente la cabeza. No sólo venía esquivando a la muerte, a La Parca, danzando endiosado de fiesta en fiesta, sino que jamás me plantearía el hecho de que una mujer (y una tan hermosa, tan separada de las demás) pudiese enfrentarme de esa forma. Todo estaba tan bien antes, antes. Estaba equivocada, cuando yo era chico, un niño, no era así. Entonces me asustaban las arañas y cucarachas, insectos vivos, corpóreos, materializados; amenazados constantemente por la muerte, pienso ahora, por la muerte escondida bajo la suela de mis zapatos o agazapada entre las cerdas de la escoba o cualquier otro elemento contundente, esperando. Y ellas con sus muchos ojos pequeñitos como granos miraban aterradas y gritaban en su particular lenguaje, con sus tenazas uñas o patas peludas, y yo sólo rogaba que se fueran, no que se murieran; pero allí estaba la oscura succión, en algún rincón que hoy desconozco, llamándonos a todos, bichos y humanos, a que nos acercáramos a escuchar su dulce secreto.

La chica no volvió. Me pareció verla hablando con otro tipo a lo lejos, en otro rincón de la terraza. Tomé varias cervezas asomado hacia afuera, la ciudad. Realmente me descolocó. Me pregunto cuándo es que nos tocará nacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LICENCIA

Creative Commons License This obra by Pablo F. Vázquez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 2.5 Argentina License.