Whisky a la mañana; un reflejo honesto
devuelto como tregua fría y amarillenta
que vuelve testarudo a un pasado funesto,
que roe las sombras, las noches corrompe
dormido en mis piernas
duras, macilentas
como un gato ciego que chilla y que rompe.
No vuelvas, furia, suspenso en los huesos.
Duerme en la distancia, incómoda, sentada
en sillas destrozadas, con ojos y con besos
resecos, televisores prendidos;
ruidos necesarios que cierran las ventanas
y pintan con sangre las huellas, los hilos.
Caminás por dentro mío, con lágrimas de rencor.
No entra en tu muñeca mi reloj sin agujas.
Tu boca flotante susurra en mi oído
que siempre seremos una espada y una flor.
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